VIAJE AL FIN DE LA NOCHE
A
Marcos Ana
27 de enero de 1971. Día Internacional de
Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Todavía era de noche
cuando partimos hacia Auschwitz. Marcos Ana, Pablo Neruda y yo íbamos en un
jeep. Durante el trayecto una periodista rubia y de rostro dulce nos acompañó
para entrevistar a Marcos Ana: comenzaste a militar en las Juventudes
Socialistas Unificadas de Alcalá de Henares. Fuiste detenido tras la guerra y
condenado a muerte por crímenes que no habías cometido. Se te conmutó la pena
de muerte y estuviste 23 años en las cárceles del franquismo. Luego te fuiste
al exilio e hiciste una amplia labor de difusión sobre la dictadura franquista.
Sabemos lo que piensa Federico Sánchez y Pablo Neruda pero… ¿qué significa para
ti la visita al campo de concentración de Auschwitz?

Marcos Ana esbozó una sonrisa triste mientras desvió
la respuesta explicando que los tres acudíamos a la efeméride por ser miembros
del Consejo Mundial de la Paz y que cada uno era el representante de su país
natal. En mi caso, aún siendo español, estaba como delegado de Francia. Pablo
Neruda y yo mirábamos por las ventanas del vehículo en silencio, ajenos a la
conversación entre la joven y Marcos Ana. Conforme nos acercábamos al punto de
llegada comenzaba a clarear el día. El sol se asomó por encima del valle, como
por arte de magia, justo en el instante que bajábamos del jeep. Sólo se oía el
silencio. A todos nos había sorprendido ver aquel lugar bucólico. Entonces asocié
en mi memoria las primeras imágenes y
palabras del documental Noche y niebla
realizado por mi amigo Alain Resnais: Incluso
un paisaje tranquilo, incluso una pradera con cuervos volando, cosechas y
rastrojos quemados, incluso una carretera por donde van coches, campesinos,
parejas, incluso un pueblo de vacaciones, con su feria y su campanario, pueden
conducir a un campo de concentración…

La periodista permaneció en el jeep mientras nosotros
caminábamos turbados hacia la puerta principal del campo de exterminio. Al
divisarla los tres levantamos la cabeza para leer mentalmente la frase que
coronaba aquella entrada: Arbeit macht
frei. Entonces la pronuncié en alemán, en voz alta, y la traduje: El trabajo libera. Traté de explicarles
que la frase era deliberadamente ambigua porque sugiere no sólo que el esfuerzo
libera a las víctimas sino que además la ocupación nazi pretendía ejecutar el
premeditado asesinato masivo en los opositores al régimen, librepensadores,
judíos, masones, gitanos, comunistas, negros, homosexuales, mestizos,
discapacitados, enemigos de guerra, cristianos… El lema se utilizó en los
campos de trabajo y de exterminio durante el nazismo como irónica y cínica
bienvenida a los presos. Si observáis la letra B de la palabra Arbeit (trabajo) está invertida. Al
parecer los prisioneros de dicho campo aseguraban que fue un símbolo de
protesta del compañero de cautiverio Jan Liwacz, que como cerrajero artístico
se encargó de poner la frase.
Estuvimos un largo rato en silencio. Pablo Neruda y
Marcos Ana se miraron afligidos…Traté de alejarme de ellos pero Marcos Ana me
avisó: no, Federico, no hace falta que te vayas… Me quedé mirándole a sus ojos
gastados por el tiempo, aquellos ojos que, como yo, habían vivido la Shoah. Entonces Marcos Ana comenzó a
llorar. Pablo Neruda se acercó a él y le rodeó con sus largos y fornidos
brazos. Como si fuera un niño grande su voz desprendió una inmensa ternura mediante
una prosodia lenta y calmada: Marcos, es increíble que a un hombre como tú todavía
le queden lágrimas.
Pablo Ferrando García