martes, 13 de febrero de 2018


BESOS ROBADOS


                                                        A Rosmi. En recuerdo de un deseo.



¿Qué es lo que queda después de todo?
¿Qué es lo que queda de aquella cita?
 Un recuerdo que no podrá seguir grabado.
 Honor fracasado.
Cabellos al viento, besos robados, sueños que se van…

Charles Trenet: Que rest t’il de nos amours



Acudía presto al encuentro con Cristina, la mujer que acababa de conocer en las redes sociales. Mi corazón palpitaba henchido de ilusión. Nos habíamos conocido apenas hacía un par de semanas y sin embargo teníamos la fuerte sensación de conocernos toda la vida. En nuestras conversaciones había complicidad, sonrisas y ternura. También percibíamos una recíproca energía física que alimentaba la atracción de nuestros cuerpos, pues hasta ahora no conocíamos el contacto de nuestras pieles. Ella me telefoneó para invitarme a una fugaz cita con la tácita intención de besarnos por primera vez. A mitad de la calle donde vivía ya había advertido su presencia en la esquina. Dejó su coche atravesado, en medio del aparcamiento, con la puerta del conductor entornada y las luces encendidas. A falta de unos metros para alcanzarla ella me vio, se acercó y nos fundimos en un fuerte abrazo. Alcé ligeramente mis brazos hacia arriba y acaricié apasionadamente sus cabellos negros y rizados. Nuestras oblicuas miradas se cruzaron, paralizadas, en la eternidad de un instante. Mis labios besaron los suyos de manera fogosa, pero ella comenzó a explicarme que no debía besarla de ese modo. No paró de hablar. Trataba de enseñarme la forma correcta de besar a una mujer. Toda la magia del encuentro se evaporó de golpe. Aún así mis labios se afanaban en acariciar cariñosamente el rostro y el cuello de ella. La mujer esquivaba mis caricias, seguía con sus disquisiciones amorosas advirtiendo nuestra acusada diferencia de altura. De pronto, detrás sonaba un claxon agudo mientras las luces de su coche cegaban nuestros rostros. Fue en aquel momento cuando me sentí tan lejos de ella y, a la vez, tan cerca de unos besos que me fueron robados.





Pablo Ferrando García