BRISA MARINA
En la cálida mañana primaveral tomo una cerveza y
unas anchoas cuando la brisa marina me acaricia el rostro y el largo cabello
rubio. Gracias al estímulo sensitivo evoco un día en el campo haciendo el amor
con el hombre que aún deseo. Después de amarnos me lavó el pelo con sus manos
tratando de imitar a Robert Redford en Memorias de África. Fue como ahora, un
instante hermoso, apacible, sereno. Igual que cuando salí de la cárcel ayer por
la noche, sentía un inmenso placer al ver que el mundo se ofrecía a mí en el
misterio radiante de una oscura claridad lunar. Tuve que detenerme para
recuperar el aliento. El corazón me latía muy fuerte. Me acordaré toda mi vida
de esta felicidad insensata, me dije para mis adentros, de esta belleza nocturna.
Pero una intempestiva ráfaga de viento ha perturbado mi ánimo plácido al
atisbar el horizonte.
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