domingo, 15 de marzo de 2015

Paseo por el amor y la muerte
                                                         
               A Amparo Marco, inspiradora de este relato.

Era un niño cuando asistí por primera vez al cine. Mis padres me llevaron a una película de aventuras que sucedía en el Polo Norte. Ellos iban cogidos de la mano, sin apartar uno la mirada del otro. Cuando nos sentamos en los asientos me puse junto a mi madre, escuchando las complicidades y las risas de ambos, sin llegar a comprender el ambiente tan festivo que disfrutaban. De vez en cuando pude ver cómo mi padre le daba un beso en el rostro de mi madre. A ella se le iluminaba la cara en ese momento y sus labios expresaban felicidad. Yo los observaba con arrobo, pero también estaba expectante y nervioso ante aquella experiencia iniciática de ver películas.



La sala se sumió en un manto oscuro mientras un chorro de luz proyectaba la pantalla luminiscente. Aquél momento fue mágico para mí por incomprensible. No alcanzaba a comprender cómo en un solo segundo había sido trasladado a unos gélidos parajes poblados de pastores alemanes y esquimales. Pero aquél viaje que emprendí también fue traumático porque la pareja protagonista de aquella película sufría durante la expedición polar: los perros morían en medio del severo clima. Conforme avanzaba el relato había una tensa discusión entre la pareja y la historia se complicaba aún más al morir algunos amigos suyos. Al final la mujer decidía alejarse del hombre por razones que se me escapaban.


Volvieron las luces de la sala al acabar la película. Estaba sorprendido por cómo en un segundo me hallaba de nuevo en la sala si lo que había visto parecía real. Al ver a mi madre llorosa salí de mi ensimismamiento. Mi padre sonrió cuando se levantaron de los asientos. Salieron del cine abrazados mientras yo trataba de comprender el enorme coste que suponía hacer esa película. Al final no pude contenerme y les pregunté a mis padres: ¿Una película cuesta mucho dinero? Por un instante se quedaron sorprendidos, sin embargo mi padre no tardó en responder afirmativamente a la pregunta. Lo único que pensé tras su respuesta es que los responsables de la producción debían indemnizar a los dueños de los pastores alemanes así como a las familias de los fallecidos en la película.       


Pablo Ferrando García.

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