Paseo
por el amor y la muerte
A Amparo Marco, inspiradora de
este relato.
Era un niño cuando asistí
por primera vez al cine. Mis padres me llevaron a una película de aventuras que
sucedía en el Polo Norte. Ellos iban cogidos de la mano, sin apartar uno la
mirada del otro. Cuando nos sentamos en los asientos me puse junto a mi madre,
escuchando las complicidades y las risas de ambos, sin llegar a comprender el
ambiente tan festivo que disfrutaban. De vez en cuando pude ver cómo mi padre
le daba un beso en el rostro de mi madre. A ella se le iluminaba la cara en ese
momento y sus labios expresaban felicidad. Yo los observaba con arrobo, pero
también estaba expectante y nervioso ante aquella experiencia iniciática de ver
películas.
La sala se sumió en un
manto oscuro mientras un chorro de luz proyectaba la pantalla luminiscente.
Aquél momento fue mágico para mí por incomprensible. No alcanzaba a comprender
cómo en un solo segundo había sido trasladado a unos gélidos parajes poblados de
pastores alemanes y esquimales. Pero aquél viaje que emprendí también fue
traumático porque la pareja protagonista de aquella película sufría durante la
expedición polar: los perros morían en medio del severo clima. Conforme
avanzaba el relato había una tensa discusión entre la pareja y la historia se
complicaba aún más al morir algunos amigos suyos. Al final la mujer decidía
alejarse del hombre por razones que se me escapaban.
Volvieron las luces de la
sala al acabar la película. Estaba sorprendido por cómo en un segundo me
hallaba de nuevo en la sala si lo que había visto parecía real. Al ver a mi
madre llorosa salí de mi ensimismamiento. Mi padre sonrió cuando se levantaron
de los asientos. Salieron del cine abrazados mientras yo trataba de comprender
el enorme coste que suponía hacer esa película. Al final no pude contenerme y
les pregunté a mis padres: ¿Una película cuesta mucho dinero? Por un instante
se quedaron sorprendidos, sin embargo mi padre no tardó en responder
afirmativamente a la pregunta. Lo único que pensé tras su respuesta es que los
responsables de la producción debían indemnizar a los dueños de los pastores
alemanes así como a las familias de los fallecidos en la película.
Pablo Ferrando García.
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