martes, 24 de diciembre de 2019





Mami amorosa, añorada y querida,
Mientras me implantaban el marcapasos, pude imaginarte como una leona pidiéndole a la Virgen que me cuidara, lo que me hizo sonreír. Sin embargo, yo misma me asombré dándome cuenta de que no tenía miedo a morir, y me repetía “Hágase tu voluntad”. Sólo pedía un poco de tiempo para poder despedirme de mis hijos, decirles que fueran buenas personas y que su tristeza por mi ausencia durara el mínimo tiempo posible, porque lo que más feliz me haría sería verles disfrutando de la vida.
Miré el monitor y vi mi corazón latiendo a 27 latidos por minuto. Cerré los ojos y no quise ver más. Entonces el médico dijo a la enfermera: “Ponle Aleudrina”. Transcurridos unos segundos volví a abrir los ojos y me dije: “¿Dónde está la jodida enfermera con la Aleudrina?”




 Amparo Soler
24 de diciembre 2019

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