domingo, 25 de octubre de 2015






El trabajo, las obligaciones, el vértigo de cómo repartir las horas…la vida en general. Nos habíamos apartado la una de la otra y hacía tres años que decidimos que nuestra amistad se definiera a través de un whatsapp cada Navidad, con promesas de cafés que nunca vieron sus tacitas juntas. Hacía tiempo que no pensaba en ti.  Y sin embargo, llevo toda la semana haciéndolo. Desde que me levanto, hasta que intento dormir. Hablo contigo, sueño contigo y te veo en cada cruce. Te imagino frunciendo el ceño, como hacías siempre que te costaba entender las injusticias que te rodeaban. Y ahora soy yo, la que se pregunta qué cojones ha pasado; por qué ya no voy a ver más ese gesto tan tuyo, por el que tantas veces te hemos definido. La noticia de tu absurda e injusta muerte te ha convertido en “La chica de la bañera de Paterna”. Pero no quiero quedarme con un titular que entierra tan drásticamente quien eres. Tú eres un soplo de aire fresco y divertido, que me descubrió las calles de un Carmen nocturno donde Casa Vella era el sitio más fascinante a mis 20; que me zarandeaba cuando veía que era demasiado prudente para la edad que tenía y me regalaba discursos sobre las izquierdas en mis momentos “azules” ; que conoció cada novio mío y cada ruptura, siendo siempre optimista con el futuro; Que hablaba de mí como su amiga intelectual a la que preguntar con qué película acertar cuando te invitaba algún ligue al cine, o que compartió lo que en un principio ingenuo iba a ser sólo un sorbo del Fragolino que te traje de Venecia.
Pero recordar es hablar en pasado y aún me cuesta hacerlo contigo. No estoy preparada. O no quiero estarlo. En mi cabeza, seguiremos conversando…o mejor con tus propias palabras, debatiendo, porque no te toca aún, dejarme con la palabra en la boca.

Marga Cort
Octubre 2015




2 comentarios:

  1. Me gustaría que este arrebatado texto por la perdida de una amiga fuera ficción, un estupendo microrrelato imaginado, espolvoreado de detalles que le confieren verosimilitud de realidad.
    Con esta licencia literaria (y una mente envilecida), me traspasa el trágico final de una vida breve pero intensa, rehogada en alcohol y prostitución, que aún virginal iniciaba los primeros pasos en ese "Carmen de los 90's.
    Y un final en todo lo alto, que la muerte no es quién para dejarte con la palabra en la boca.

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  2. Por desgracia, este relato no es ficción. Además, por si la tragedia no era mucha, estaba embarazada. Triste, muy triste...

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