domingo, 28 de febrero de 2016

EL HOTEL


Mi lugar del mundo preferido cuando era niña. No me cansaba de mirar esa puerta que giraba sobre sí misma sin parar, hasta dejarme hipnotizada.

Y todo lo que  vislumbraba entonces, a través de sus cristales, era como un cuento de hadas: las lámparas de araña inmensas y repartiendo sus destellos mágicos en todas direcciones, los jarrones chinos más altos que los hombres, los enormes y preciosos centros de flores exóticas, la gran cúpula de infinitos cristales de colores…




Deseaba, con todas mis fuerzas, sentirme dentro de ese mundo que intuía  mágico tras el torno.

Hoy, con una copa estilizada de exquisito cristal en mi mano,  mientras simulo estar interesada en la boca hedionda que espera ansiosa mi piel, me miro desde este lado del torno mágico y tengo que tragarme todas las lágrimas que amenazan con ahogarme y que vuelven opacos todos los destellos.







Cruz Ferrando


2 comentarios:

  1. Una visión dramática del destierro de una mujer de "saldo y esquina" que diría Sabina.Me gusta mucho.Enhorabuena!

    ResponderEliminar
  2. Viniendo de ti, todo un honor. Muchas gracias preciosa!!

    ResponderEliminar