A
Carlos Aguilar, inspirador de este minirrelato.
DON PABLO
Julio
de 1956. Merodeaba por la Torre de Madrid de la Plaza de España.
Había quedado en aquel lugar con Don José Isbert para hacerle una
entrevista. Cuando llegó me estrechó la mano y accedimos a la
cafetería del rascacielos. Estaba nervioso, me inspiraba mucho
respeto el actor y llevaba poco tiempo de crítico de cine. Antes de
comenzar a preguntarle por su profesión se me ocurrió contarle el
sueño que tuve la noche anterior: me encontraba en la Facultad de
Derecho, de la Universidad Complutense. Los compañeros del aula no
dejaban de observarme y no comprendía la razón. La profesora entró,
pasó lista y al pronunciar mi nombre, me levanté, hice un gesto
reverencial inclinando ligeramente el tronco al tiempo que le corregí
a la mujer en un marcado acento afrocubano: no, señora, no me llamo
Pablo Ferrando García, sino Pablongo, para servirla.
Al lado mío
estaba sentado un señor calvo, bajito, narigudo y con un timbre de
voz rasgado. Iba vestido de esquimal y en su mano derecha sujetaba
con una cuerda a un pastor alemán. Sonrió y al sentarme de nuevo
dijo que no era racista en el momento en que advertí que mi piel era
negra. El hombre disfrazado de esquimal era inventor, estaba buscando
la radio para ganar un concurso. Decidí acompañarle al concluir la
clase. Cogimos un autobús público y enseguida nos dimos cuenta que
nos habíamos perdido. Sin saber porqué nos hallábamos en Villar
del Río. Al bajar del transporte público el inventor se despidió y
cogió, de forma apresurada, el taxi de un hombre llamado Toni. Al
alejarse vi a un hombre narigudo que tenía el mismo grano de voz que
el inventor disfrazado de esquimal. Llevaba un sombrero cordobés y
vestía de andaluz. Se me acercó para saludarme aguzando el oído
izquierdo con su audífono: hola, me llamo Don Pablo, soy el alcalde
del pueblo. Y como alcalde que soy te debo una explicación y esa
explicación es la que como alcalde que soy, te la voy a dar… Me
quedé atónito. Comencé a reírme y estas risas se confundieron con
las del actor en la cafetería de la Torre de Madrid.
Pablo
Ferrando García
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