LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD
En la pared de enfrente de su cama
había clavado un plano de la ciudad, cada noche al acostarse y todas las
mañanas al despertarse lo contemplaba con esperanza. Una chincheta de color
rojo pasión marcaba el punto concreto que no podía ni quería olvidar.
Sabía que en algún lugar de aquel
cuadrilátero había algo muy especial que tenía que volver a encontrar.
Tropezarse con ella era cuestión de tiempo. Cada día, después de acabar su
jornada laboral, recorría el barrio y sus alrededores por los que anduvo en
aquella feliz ocasión para intentar localizarla de nuevo. Su ánimo le hacía
perseverar, estaba decidido a volver a encontrarla. Si una vez sucedió tenía
que volver a pasar. La ilusión hacía volar sus pies incansablemente.
Los días transcurrían muy despacio,
con su mente distraída pendiente de un sueño, y los atardeceres, cuando salía
del trabajo en busca de su quimera, volaban. Ya bien entrada la noche regresaba
a su cuarto a contemplar de nuevo el mapa pensando ¿dónde habrá estado hoy?
Repasaba en su cabeza como sería el nuevo encuentro, que le pediría. ¿Habría
cambiado? Podía casi sentir y disfrutar anticipadamente del placer que ansiaba
en el futuro encuentro.
De repente, en la televisión sintió
más que oyó, desde su ensimismamiento, que la habían nombrado, pero no le dio
tiempo de percibir exactamente que habían dicho. Solamente su memoria recordaba
que su nombre había salido de los altavoces y parecía que había sido su
subconsciente el que la había captado.
Pasó mucho tiempo. Ya con las
esperanzas perdidas, salía cada tarde a deambular por los alrededores de la
zona que marcaba la chincheta de color rojo pasión en el plano, sin la alegría
ni el interés de los primeros días, más por costumbre que por verdadero deseo.
Dicen que cuando uno repite una rutina durante veintiún días se convierte en
hábito.
Y cuando dejas de buscar algo,
parece que es cuando lo consigues encontrar. Y así fue. Esa tarde sin
proponérselo dio con ella. Allí estaba, casi en el mismo sitio de la otra vez.
Se acercó ansioso, deseoso de que nada hubiese cambiado. Enseguida se percató
de que todo parecía diferente. La comida que se vendía en aquella furgoneta
ambulante, el “food truck”, la nueva moda de la comida callejera que ofrecía
aquel famoso chef para foodies ¡ya no era lo mismo!
Paco Palanca