miércoles, 30 de diciembre de 2015



Estímulo. Inmóvil meneó la cabeza hacia los lados.
Estímulo. Todavía quieto abrió más los ojos.
Estímulo. Y el perro ladró aún sin moverse.
Tiene que funcionar. Una vez más.
Estímulo. Y por fin babeó meneando la cola y dando saltos de excitación.
Estímulo-Respuesta-Estímulo… Gracias Pavlov.

La respuesta es el estímulo,
Aunque te hicieran falta muchos,
Viejo perro.


Fran




miércoles, 23 de diciembre de 2015





BRISA MARINA

En la cálida mañana primaveral tomo una cerveza y unas anchoas cuando la brisa marina me acaricia el rostro y el largo cabello rubio. Gracias al estímulo sensitivo evoco un día en el campo haciendo el amor con el hombre que aún deseo. Después de amarnos me lavó el pelo con sus manos tratando de imitar a Robert Redford en Memorias de África. Fue como ahora, un instante hermoso, apacible, sereno. Igual que cuando salí de la cárcel ayer por la noche, sentía un inmenso placer al ver que el mundo se ofrecía a mí en el misterio radiante de una oscura claridad lunar. Tuve que detenerme para recuperar el aliento. El corazón me latía muy fuerte. Me acordaré toda mi vida de esta felicidad insensata, me dije para mis adentros, de esta belleza nocturna. Pero una intempestiva ráfaga de viento ha perturbado mi ánimo plácido al atisbar el horizonte.   





Pablo Ferrando

martes, 22 de diciembre de 2015

ESTÍMULO


(Del latín stimulus = aguijón). Cualquier cosa que influye sobre nuestros receptores para producir sensaciones.

Me quedo con aquellos que te conducen a actuar con pasión.



Amparo Soler

jueves, 3 de diciembre de 2015


VOLVER A LA VIDA



Empiezo por percibir sonidos lejanos, apagados e inconexos. Tras un lapso de tiempo indeterminado, noto que a través de mis párpados se percibe un punto de luz, que paulatinamente va agrandándose y transformándose en una luz rosa pálido, seguramente al atravesar los capilares de mi piel. Ese tono rosa va intensificándose y los sonidos empiezan a ser más claros. Identifico voces humanas y sonidos de máquinas. Tengo la sensación de estar desnudo en el polo norte, el frío es muy intenso, necesito algún estímulo que me produzca calor rápidamente, estoy helado. En el brazo izquierdo tengo algo que me molesta, como si tuviese un gotero o algo similar. Desde ese punto lentamente se va expandiendo algo de calor, como si de una tubería de calefacción se tratase, que me va aportando energía y temperatura. De repente mi mente empieza a recordar, me están descriogenizando, ¡por fin! 




 Paco Palanca

domingo, 29 de noviembre de 2015


ESTÍMULO

Empecé a leer Arenas movedizas y bien, me gusta como escribe. Pero tenía la necesidad de escribir. Me siento en luna decreciente y se que seré más pesimista de lo que quisiera, aunque el día es soleado y anima la habitación donde estoy.


No tengo planes, es domingo, Charo está con jaqueca. Saldré con la moto a pasear por el centro, llamaré a Mak y, como dos viejos verdes, nos dedicaremos a comentar los traseros de las hembras como si fuéramos universitarios que eso siempre nos ESTIMULA. 






Carlos Aguilar

viernes, 27 de noviembre de 2015

LA MIRADA CAUTIVA

A las 16 horas del 4 de junio de 3014 mi hermana mayor y yo llegábamos a la casa de nuestra madre mientras la enfermera ayudaba a colocarle la dentadura postiza. A mi madre le temblaban las manos y la respiración era acelerada, pero la mujer que la atendía no tardó en ajustársela. Notamos en la mirada de nuestra madre que estaba azorada. Al poco ella parecía encontrarse más relajada. Entonces fue cuando aprovechó la enfermera para alejarse de la habitación y pedirnos que la siguiéramos.

 En el aparte contó que al mediodía mi madre decía que se estaba muriendo, que avisara a todos sus hijos. Y justo en el momento de verbalizarlo sucedió una milagrosa coincidencia: comenzaron a venir el resto de los hermanos y fueron saludando cariñosamente a mamá. Luego la rodearon. En sus últimos momentos de vida tratábamos de aliviarla ante cualquier sufrimiento. Ella apenas tenía fuerzas, sus manos se aferraban a las sábanas. Entonces mi hermana mayor le colocó los sensores sobre el cráneo y encendió el módulo Dreamworks que había en la cabecera de la cama. Una catarata de imágenes discurrieron sobre la pantalla que había en la pared de la cama. Todas ellas no parecía que tuvieran un orden cronológico aunque correspondían a la vida de nuestra madre: en una imagen salía ufana de la escuela, otra era ella de pequeña que aprendía a andar, un joven con bigote coqueteaba con mi madre…



En ese momento me hice una pregunta muy estúpida: ¿qué me pasaría cuando estuviese muriendo, vería el monolito de 2001?, ¿los labios de Charles Foster Kane pronunciando la palabra Rosebud?, ¿o al viejo Tom en Johnny Guitar afirmando que no hay nada mejor que un buen cigarro y una buena taza de café?

 En la habitación reinaba un silencio profundo. Las imágenes se sucedían, reconocía las de su estancia en Vélez Rubio o aquellas que transcurrieron en una comida navideña donde nuestra madre se hallaba rodeada de sus hijos y hermanos. Y así infinidad de imágenes que iban aflorando entre los recuerdos de toda una vida. Mi madre ya tenía los ojos cerrados, se apreciaba una sonrisa serena. La última imagen que pudimos contemplar era ella siendo un bebé con su rostro dirigiéndose a nuestra abuela y al mismo tiempo a nosotros. Mientras su mirada expresaba asombro y arrobo mi madre exhaló el último suspiro. 




Pablo Ferrrando




miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD


En la pared de enfrente de su cama había clavado un plano de la ciudad, cada noche al acostarse y todas las mañanas al despertarse lo contemplaba con esperanza. Una chincheta de color rojo pasión marcaba el punto concreto que no podía ni quería olvidar.




Sabía que en algún lugar de aquel cuadrilátero había algo muy especial que tenía que volver a encontrar. Tropezarse con ella era cuestión de tiempo. Cada día, después de acabar su jornada laboral, recorría el barrio y sus alrededores por los que anduvo en aquella feliz ocasión para intentar localizarla de nuevo. Su ánimo le hacía perseverar, estaba decidido a volver a encontrarla. Si una vez sucedió tenía que volver a pasar. La ilusión hacía volar sus pies incansablemente.

Los días transcurrían muy despacio, con su mente distraída pendiente de un sueño, y los atardeceres, cuando salía del trabajo en busca de su quimera, volaban. Ya bien entrada la noche regresaba a su cuarto a contemplar de nuevo el mapa pensando ¿dónde habrá estado hoy? Repasaba en su cabeza como sería el nuevo encuentro, que le pediría. ¿Habría cambiado? Podía casi sentir y disfrutar anticipadamente del placer que ansiaba en el futuro encuentro.

De repente, en la televisión sintió más que oyó, desde su ensimismamiento, que la habían nombrado, pero no le dio tiempo de percibir exactamente que habían dicho. Solamente su memoria recordaba que su nombre había salido de los altavoces y parecía que había sido su subconsciente el que la había captado.

Pasó mucho tiempo. Ya con las esperanzas perdidas, salía cada tarde a deambular por los alrededores de la zona que marcaba la chincheta de color rojo pasión en el plano, sin la alegría ni el interés de los primeros días, más por costumbre que por verdadero deseo. Dicen que cuando uno repite una rutina durante veintiún días se convierte en hábito.

Y cuando dejas de buscar algo, parece que es cuando lo consigues encontrar. Y así fue. Esa tarde sin proponérselo dio con ella. Allí estaba, casi en el mismo sitio de la otra vez. Se acercó ansioso, deseoso de que nada hubiese cambiado. Enseguida se percató de que todo parecía diferente. La comida que se vendía en aquella furgoneta ambulante, el “food truck”, la nueva moda de la comida callejera que ofrecía aquel famoso chef para foodies ¡ya no era lo mismo!






Paco Palanca
LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL


La noche avanzaba lenta e inexorablemente, pero las ideas no llegan a su mente. Hay una agazapada en algún rincón de su interior, que pugna por salir sin conseguir encontrar el camino. “La inspiración te tiene que alcanzar trabajando”, se repite una y otra vez. El cansancio le está venciendo pero sabe que se está acercando, sus sensaciones son cada vez más intensas y más firmes.

Una nota aparece de repente en su interior de improviso y luego otra, junto a una tercera que son el comienzo de una armonía perfecta. De repente la música se vuelve fluida, armónica, bella, preciosa. Ya no se detiene, todo es mágico, sus manos transforman sus pensamientos en sonidos maravillosos que lo llevan al éxtasis. Ya no puede parar, está en un estadio espiritual de creación musical memorable. Se siente arrobado, transportado a estadios superiores.



Millones de almas van a disfrutar durante siglos de este momento sublime.



Paco Palanca