LA MIRADA CAUTIVA
A
las 16 horas del 4 de junio de 3014 mi hermana mayor y yo llegábamos a la casa
de nuestra madre mientras la enfermera ayudaba a colocarle la dentadura
postiza. A mi madre le temblaban las manos y la respiración era acelerada, pero
la mujer que la atendía no tardó en ajustársela. Notamos en la mirada de
nuestra madre que estaba azorada. Al poco ella parecía encontrarse más
relajada. Entonces fue cuando aprovechó la enfermera para alejarse de la
habitación y pedirnos que la siguiéramos.
En el aparte contó que al mediodía mi
madre decía que se estaba muriendo, que avisara a todos sus hijos. Y justo en
el momento de verbalizarlo sucedió una milagrosa coincidencia: comenzaron a
venir el resto de los hermanos y fueron saludando cariñosamente a mamá. Luego
la rodearon. En sus últimos momentos de vida tratábamos de aliviarla ante
cualquier sufrimiento. Ella apenas tenía fuerzas, sus manos se aferraban a las
sábanas. Entonces mi hermana mayor le colocó los sensores sobre el cráneo y
encendió el módulo Dreamworks que había en la cabecera de la cama. Una catarata
de imágenes discurrieron sobre la pantalla que había en la pared de la cama.
Todas ellas no parecía que tuvieran un orden cronológico aunque correspondían a
la vida de nuestra madre: en una imagen salía ufana de la escuela, otra era
ella de pequeña que aprendía a andar, un joven con bigote coqueteaba con mi
madre…
En ese momento me hice una pregunta muy estúpida: ¿qué me pasaría cuando
estuviese muriendo, vería el monolito de 2001?, ¿los labios de Charles Foster
Kane pronunciando la palabra Rosebud?, ¿o al viejo Tom en Johnny Guitar
afirmando que no hay nada mejor que un buen cigarro y una buena taza de café?
En la habitación reinaba un silencio profundo. Las imágenes se sucedían,
reconocía las de su estancia en Vélez Rubio o aquellas que transcurrieron en
una comida navideña donde nuestra madre se hallaba rodeada de sus hijos y
hermanos. Y así infinidad de imágenes que iban aflorando entre los recuerdos de
toda una vida. Mi madre ya tenía los ojos cerrados, se apreciaba una sonrisa
serena. La última imagen que pudimos contemplar era ella siendo un bebé con su
rostro dirigiéndose a nuestra abuela y al mismo tiempo a nosotros. Mientras su
mirada expresaba asombro y arrobo mi madre exhaló el último suspiro.
Pablo Ferrrando
Salgo a tomar un café y me encuentro con este regalo.Es precioso Pablo.Precioso.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Marga.
ResponderEliminarAdemás me ha sacado algunas lágrimas.
Muy emocionante. Un abrazo Pablo.
ResponderEliminarCon la distancia del tiempo transcurrido tras la vida y muerte de "la madre", la evocación serena de los recuerdos cobra objetividad e intensidad.
ResponderEliminarBonito homenaje.
La bella danza de las palabras, formando una composición mágica.
ResponderEliminarCada uno a su manera y en el momento preciso. Encuentra la forma de expresar y sacar lo que lleva dentro.
Gracias Pablo.
Bello y emocionante.
La bella danza de las palabras, formando una composición mágica.
ResponderEliminarCada uno a su manera y en el momento preciso. Encuentra la forma de expresar y sacar lo que lleva dentro.
Gracias Pablo.
Bello y emocionante.