jueves, 20 de septiembre de 2018


DÉJAME ENTRAR


Recuerdo que entré en la sala de cine despistado a causa de mi ensimismamiento. Llevaba unos días deprimido, los médicos me habían diagnosticado disfunción renal y pronosticaban tratamiento de diálisis. Con mis setenta años ya no se puede esperar otra cosa… Encontré a mi amigo José en aquella sala. La verdad, me alegró verlo, hacía años que no sabía nada de él. Le pregunté si pasaban en aquella sala la última película de Woody Allen, Wonder Wheel


Me aclaró que no, ponían Déjame salir. Visto ahora parece un chiste macabro…¿verdad? El caso es que tuve que despedirme deprisa por miedo a que empezara la sesión. Así que me alejé de él precipitadamente. Cuando alcancé el pasillo tuve remordimientos por haber dejado con la palabra en la boca a José. Entonces decidí dejarle un mensaje en el buzón de su móvil proponiéndole quedar la semana siguiente para ir a ver la última película de Haneke, Happy End. Me extrañó que no contestara. Al cabo de un par de días leí en el periódico que José había fallecido en las escaleras de emergencia. Al parecer, se equivocó de salida y sufrió un estúpido accidente, tropezó y luego se desnucó. Estuvo dos días en aquellas escaleras sin que los trabajadores de los cines lo encontrasen sin vida. No acabo de quitármelo de la cabeza.

  • ¿No llegaste hablar nada más con José antes de salir de la sala? –preguntó la psicoanalista–
  • Sí, me recordó la última película que vimos juntos. Era de terror y romántica a la vez: Déjame entrar.
  • Lo dejamos en este punto…





Pablo Ferrando García
23/12/2017


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