domingo, 1 de junio de 2014

Manos

¡Manos a la obra! quiso ponerse el dinámico maestro pintor, mandando al mancebo responsable del mantenimiento del taller a buscar y traerle el cuaderno con los dibujos y bocetos más recientes. “Déu meu totpudrós”, exclamó en su idioma local supérstite cuando ante unos esbozos difuminados se dio cuenta de la magnitud del problema estético y profesional que suponía este nuevo encargo. Para un artista consumado como él no había nada más fácil que imitar, manejar, re-crear la naturaleza en sus detalles más microscópicos, desde la ventana reflejada en los ojos de una liebre hasta la última plumita de la más rara avis. Pero ¿cómo iba a manipular un animal exótico nunca visto, si no disponía de ningún modelo fidedigno? ¡Cuánta envidia le daban en este momento sus compañeros del arte poético que elevaban simplemente sus sequías inspiracionales a sonetos elegíacos u oraciones místicas, invocando así a una de sus muchas musas! Por desgracia no había ni una sola musa para las artes más materiales y más manuales como la pintura, ya que un pobre pincel rojo o verde, o del color más brillante que existiera, no era capaz de convencer a las diosas, implorar su ayuda o componer una oración a Dios todopoderoso. Y mientras sus manos se juntaban casi automáticamente para expresar en silencio y sin palabras su desesperación, supo que era poniendo estas mismas manos a la obra como tenía que suplicar la salvación artística.


 Al final sus creadoras manos lograron producir aquel deseado animal cornudo que, por cierto, todavía hoy es reconocible como rinoceronte; pero mientras los admiradores verdaderos de esta fantasía zoológica se pueden contar con los dedos de una sola mano, la ferviente oración de sus “Manos Orantes” halló gracia delante de un Dios atento a este trabajo manual que se convirtió no sólo en una decorativa bendición para innumerables hogares, sino también en el éxito económico de manual codiciado tanto por los prohombres neoliberales del Renacimiento como por los siglos de los siglos. Amén.

Gerhard Ackermann

2 comentarios:

  1. Cruz, has hecho un excelente trabajo. Enhorabuena.

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  2. Gracias Pablo. Espero que te guste la segunda imagen de tu relato.

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