sábado, 7 de junio de 2014

MANOS

Sintió el calor que la humeante taza de café proporcionaba a sus manos y el aroma de la semilla de aquella planta de frutos rojos llegó hasta lo más recóndito de su cerebro. Abrió la puerta y salió a la terraza, sentada en el penúltimo escalón pudo ver el mar tranquilo de las primeras horas del día; su rumor acompasado semejaba la más dulce de las sinfonías.

Aquel instante, con todos sus sentidos abotargados, la llenó de paz.

                         
                Amparo Soler
Junio 2014


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