ÁRBOL.
Corre, corre sin parar bajo un sol aterrador, el calor cae sobre su cuerpo como el plomo.
Corre, corre, sigue corriendo...
- ¡Ah! Un árbol.
Preso del pánico subió de un brinco.
Allí sentado, por fin se sentía tranquilo, cuando al mirar hacia abajo se aterrorizo de nuevo: su sombra estaba esperándole.
Mª José Roig
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