EL ÁRBOL
Desde siempre supe que ese árbol estaba unido a mi destino.
Cuando de niña me encaramaba y confundía entre sus ramas, atendía
confidencialmente a mi repertorio de imitaciones en las calurosas sobremesas de verano, pero yo
aún no sospechaba el alcance de su influencia.
Sí, él que sabía buscar con sus raíces lo que atisbaba desde la copa,
también columpió a los hijos con que la vida me regaló, se alimentó de la
corrupta materia del perro “whisky”, que mi padre entre sollozos enterró bajo
su guardia, y nos regaló con frutos que inspiraron a aquel vecino
circunstancial en un hiperrealista bodegón que hoy se ha subastado en Christie’s.
Valencia, 15 de febrero de 2014-02-16
De Violeta Pfeiffer para Kasperle
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