miércoles, 2 de julio de 2014

NORIA

Si mis vecinos valencianos procedieran - inesperadamente, claro está -, a una nueva expulsión de moriscos, mucho me temo que yo también tuviera que buscarme una vida mejor entre el Rif y el Atlas, ya que mi propia reconquista espiritual – me cuesta confesarlo – no se puede considerar como perfectamente acabada. Y es que en aquellos recuerdos íntimos que se remontan a mi más lejana niñez han quedado arraigados dos lugares míticos que conjuntamente, como ciudades hermanadas, representaban para mí el Medio Oriente musulmán en su difuminado esplendor, en concreto: Hamá al norte de Damasco y, sí, Elche al sur de Valencia.


En ese remoto pasado de mi biografía todavía no sabía que existen ciertas diferencias entre España y Siria, pero ya había aprendido, probablemente hojeando libros ilustrados, que el Orontes, a su paso por Hamá, mueve unas norias espectaculares, mientras que Elche (que yo pronunciaba como “elje”) posee el palmeral más grande de Europa. Esta era, y en parte aún es ¿por qué no?, mi iconografía personal de un vasto mundo arabo-oriental, con excelsas palmeras, ya sean de Elche o de Hamá, y con innumerables norias desde el Bajo Segura hasta el Orontes.
Y si Asad no dejara ni una sola noria en su destruido país, siempre nos quedarán las palmeras y norias del Páis Valencià para eternizar el Sharq al andalus. ¡Al hamdu lillah!

No hay comentarios:

Publicar un comentario