domingo, 1 de noviembre de 2015

ÉXTASIS




Sor Inés, de rodillas, sus manos unidas con tal fuerza que sentía dolor, miraba con arrobo las llagas supurantes de su amado.

Su corazón empezó a golpear como un martillo el yunque de su pecho cuando vio a Jesús descender del altar y acercarse a ella.

Él, levantó la barbilla de Inés suave pero firmemente, acercó, lentamente, los labios carnosos y sensuales a los suyos y…





¡Dios! Sor Benigna la zarandeó tan fuerte que casi cae al suelo antes de despertar.

Cruz Ferrando
Noviembre 2015

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