ÉXTASIS
Sor Inés, de rodillas, sus manos unidas con tal
fuerza que sentía dolor, miraba con arrobo las llagas supurantes de su amado.
Su corazón
empezó a golpear como un martillo el yunque de su pecho cuando vio a Jesús
descender del altar y acercarse a ella.
Él, levantó
la barbilla de Inés suave pero firmemente, acercó, lentamente, los labios
carnosos y sensuales a los suyos y…
¡Dios! Sor
Benigna la zarandeó tan fuerte que casi cae al suelo antes de despertar.
Cruz Ferrando
Noviembre 2015
Mi moral gregaria se tranquiliza con el desenlace,pero mi amoral laica ha sufrido un interruptus en toda regla!me encanta como nos llevas por donde quieres!
ResponderEliminarJajajaja! Qué bueno!!!
EliminarOh!!! Sor-presa.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy bueno :)
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