sábado, 26 de julio de 2014

EXTRAÑO EN EL TREN

Estoy angustiada. Desde que subí al tren en la estación central, un desconocido me ha seguido con la mirada. Y esa mirada es muy inquietante.


Cuando llego al pueblo me pierdo entre la gente que atesta las calles. Son las fiestas patronales y todo el mundo está celebrándolo.

Después de dejar mi bolsa en casa y repasarme los labios de rojo, salgo a buscar a mis amigas. Supongo que estarán en el parque de atracciones, pero llego a la noria y no he visto a nadie conocido. Decido dar unas vueltas para hacer tiempo y subo a una de las cabinas. Cuando estamos en el punto más alto, la noria deja de girar y nos quedamos suspendidos en la noche.

Entonces reparo en la persona que hay frente a mí: unos ojos llenos de locura y determinación me taladran...


Cruz Ferrando

lunes, 21 de julio de 2014

LA MUSICALA

¿A qué venía fanfarronear de aquella manera? asomando por el bolsillo del delantal un billete de mil pesetas ¡nada menos!
Pero si en el pueblo todos nos conocíamos: cuantas tierras, cabras, frutales, pinos, cuantas veces emigrados a la vendimia.... y así hasta alcanzar un conocimiento que para si hubiera querido alguno de los banqueros en época de preferentes.
Pues la llamaron del ayuntamiento, se supo al día siguiente, no más tarde, que allí arriba, donde no crecía nada de provecho pero que tenía buena vista, en ese terrenito de su propiedad, se había elegido el emplazamiento de una gran Noria, no grandiosa aunque sí para ellos, y ésa fe y no otra la entrada del paseado y mal entendido billete que la Musicala lució por una vez en su vida.


Billete que ¡oh mísero destino! Quiso que al primer giro rápido de la Revoltosa, así se leía el cartel que la noria llevaba de luces colgado en la taquilla, se llevase el verde papel hasta un paradero todavía hoy desconocido.


Mariena

domingo, 13 de julio de 2014


Una leyenda convertida en hecho

                                             “Un grand amour est peut-être incomplete s’il n’a pas son déclin,
  son agonie, son dénouement”[1]
                                                                                   Sacha Guitry                     

A mi madre.
In memoriam

Dos amigos, un político y un periodista, quedaron en un bar céntrico para ponerse al corriente de sus cosas ¿Recuerdas a Helena? –preguntó el político– Falleció hace un mes. Durante el entierro, celebrado en el cementerio de Montmartre, me encontré a una amiga suya y relató una anécdota… creo que es algo apócrifa…ya sabes, a Helena le encantaba fantasear… La amiga me contó que llegó a conocer a François Truffaut en París, a principios de los ochenta, en la cola de un cine de repertorio de la rue Champollion ... En aquel entonces Helena era una joven risueña y sabía que tenía delante al famoso director francés, pero no se arredró. 


Empezaron a conversar mientras hacían tiempo en la cola, congeniaron al instante y se sentaron juntos en la proyección de la película. También me confesó que Helena intimó con él. Tras la proyección se fueron a cenar y luego se amaron. Al parecer la relación solo duró aquella noche, pero fue el comienzo de una hermosa amistad. Por lo menos es lo que Helena contó a su amiga… ¿Qué película fueron a ver? –inquirió el periodista– Creo que ella me dijo Viaggio in Italia, de Roberto Rossellini… –contestó vacilante el político– La amiga de Helena también tenía ciertas dudas al respecto, incluso que toda la historia fuera producto de una leyenda fabricada por Helena…


 Corre el rumor de que fue figurante y colaboró en la producción de las últimas películas de François Truffaut pero esto no lo he podido comprobar. Aunque doy fe que siempre sintió una profunda admiración por el realizador galo, rozando un amor incondicional. Lo curioso es que en la blanca lápida de Helena leí su epitafio: Te querré siempre. Cuando me alejé, dos tumbas más allá, a la derecha de la suya encontré la de Truffaut. Fue entonces cuando lo comprendí: la leyenda se había convertido en un hecho…

                 

Valencia, 12 de julio, 2014.

                                                                                   Pablo Ferrando

[1] “Un gran amor es quizá incompleto si no ha tenido su declive, su agonía, su desenlace.”

sábado, 5 de julio de 2014

LA LEYENDA DE JR BARAT

            Cuenta la leyenda que en l’Horta Nord, concretamente en el pueblo de Borbotó, hay un juglar llamado Juan Ramón Barat Dolz que convierte los productos del campo en expresiones de sensibilidad artística. Aquí va una muestra de cómo las cebollas despiertan los sentidos del poeta y del lector:


ALABANZA DE LA CEBOLLA

Una esfera de vidrio cristalino
en estratos jugosos se entreteje.
Débil capa de seda protege
y da una suavidad de nácar fino.
Transparente rocío diamantino
en tu carne tan blanca se deshiela.
Tus espaldas son tallos en umbela
y te muestras criatura luchadora,
pues  por ti la mitad del mundo llora
y  la otra te vence en la cazuela.

                                   J.R. BARAT

            Este trovador de la palabra se vio en la necesidad de crear belleza con ella al querer enamorar a las damas en la adolescencia. Se dio cuenta del éxito que causaba entre las doncellas y siguió fomentando su don con trabajo. Así estudió filología clásica e hispánicas en la Universidad de Valencia y de la Laguna de Gran Canaria respectivamente, adentrándose en los entresijos del lenguaje: estructurar, reestructurar y romper estructuras a conveniencia de la expresión hasta convertirla en literatura.

            Hace unos diez años, en el 2004, en un castillo bastante prosaico del Reino de la Administración de Educación de la Comunidad Valenciana en Moncada, coincidimos por cuestiones juglarescas: “Encuentros literarios con un escritor”, organizados por otra trovadora y amiga común, Pilar Verdú.

            A pesar de nuestra vecindad y oficio no nos conocíamos, pero  desde entonces hemos ido cultivando una amistad entrañable entre actuación y actuación esparciendo la palabra por el Reino Educativo.

            Su desarrollo como juglar-escritor ha trascendido el campo de la poesía en el que empezó y  donde ha recibido muchos premios, para pasar al teatro: Anfitrión entre otras piezas y la narrativa cuestión que hoy nos ocupa con su novela Infierno de Neón (Premio Ciudad de Salamanca 2013).

            Con sus espectáculos va de Reino en Reino de la Península Ibérica, ya no se limita a los castillos de la feudalía educativa, sino que ha pasado a otros Reinos de la Cultura: ferias del libro, premios literarios, presentaciones, tertulias literarias… tal es su fama que las editoriales SM y Bruño requieren  sus servicios.


            Con un lenguaje sencillo y preciso, una prosa fluida o una poesía llena de ritmo, imaginación y profundidad capta la atención del lector proporcionándole rabia o indignación, fomento de la fantasía e imaginación o alimento para el espíritu según la ocasión.

            Actualmente su leyenda es muy popular en este mundo de juglares, saltimbanquis y trovadores de la palabra.


Mª José Roig

viernes, 4 de julio de 2014

CRISTO VELATO


En el centro de la nave de la capilla de San Severo de Nápoles encontramos una obra encargada por Raimondo de Sangro a Giuseppe Sanmartino en el año 1700.

Se trata de una representación de Cristo envuelto en un sudario que, lejos de la frialdad del mármol, aparenta pura seda. La perfección es tal que, puede presuponerse que este velo se deslizaría en cuanto Jesús realizara su primera respiración tras la resurrección.

La leyenda sugiere que el cuerpo de Jesús yacente, no es sino el cuerpo de un amante de Raimundo de Sangro al que éste habría petrificado con sus dotes de alquimista.

Amparo Soler
Junio 2014

jueves, 3 de julio de 2014

Érase un vez

"...Y tal y como grabó en su acero la leyenda de su última vida segada, comenzó,  hace miles de años, la leyenda del guerrero que dejó de luchar con espada para luchar con el corazón.
Aquel que encuentre su espada heredará su sabiduría.


Y todos pensaron que el viajero que narraba estaba loco de remate."

Victoria H.


LA PATA DE CABRA

No fui una niña especialmente miedosa. Sin embargo, desde mis cinco a mis nueve años estuve aterrorizada por “la pata de cabra”.
En la bajada de Las Angustias hay una cruz con una mano grabada en su base. Según me contaron ante ella, había un joven rico y pecador que no tenía ningún tipo de escrúpulo en seducir y abandonar, a la desgracia y el deshonor, a las incautas mujeres que caían en sus redes. Hasta que un día cayó bajo el hechizo de una hermosa mujer a la que juró amor eterno. En el momento en que se acercaba a besarla, una ráfaga de viento levantó la falda de la dama y el crápula descubrió, horrorizado, una pata de cabra en lugar de un delicado pie. Se dio cuenta, demasiado tarde, de que se encontraba ante el mismísimo diablo que buscaba su recompensa y huyó despavorido hasta llegar a la cruz, a la que se agarró, quedando su mano marcada en ella para siempre.


Cuando visité el lugar con mi hija, treinta años después, sentí un frío desasosiego ante esa cruz.  A ella nunca le he hablado del diablo, pero sí le hablé de Darwin y sus monos. Este asunto, considerado como horrible leyenda para algunos, nunca le ha provocado terrores nocturnos.

Cruz Ferrando
LA LÍNEA DE LA MANO

De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corte por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván, y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto.


Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor, y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hasta el codo, y con el último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola.

Julio Cortázar.
Historias de Cronopios y de Famas.