LA MUSICALA
¿A qué venía fanfarronear de aquella manera? asomando
por el bolsillo del delantal un billete de mil pesetas ¡nada menos!
Pero si en el pueblo todos nos
conocíamos: cuantas tierras, cabras, frutales, pinos, cuantas veces emigrados a
la vendimia.... y así hasta alcanzar un conocimiento que para si hubiera
querido alguno de los banqueros en época de preferentes.
Pues la llamaron del
ayuntamiento, se supo al día siguiente, no más tarde, que allí arriba, donde no
crecía nada de provecho pero que tenía buena vista, en ese terrenito de su
propiedad, se había elegido el emplazamiento de una gran Noria, no grandiosa
aunque sí para ellos, y ésa fe y no otra la entrada del paseado y mal entendido
billete que la Musicala lució por una vez en su vida.
Billete que ¡oh mísero destino!
Quiso que al primer giro rápido de la Revoltosa, así se leía el cartel que la
noria llevaba de luces colgado en la taquilla, se llevase el verde papel hasta
un paradero todavía hoy desconocido.
Mariena
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