LA SESIÓN DE HIPNOSIS
Estaba sentada en la escalera
mirando fijamente cuando de pronto se quedó como catatónica, sin poder moverse
ni hablar.
Su marido la llevó al hospital muy
asustado. Allí no supieron lo que le pasaba, les pareció grave. La ingresaron
en la UCI hasta que se despertó gritando
horrorizada, cada vez que cerraba los ojos se tranquilizaba.
Les explicó a los médicos que todo
lo veía en dimensiones gigantescas. En el peldaño de la escalera, donde estaba
sentada, había visto una cucaracha tan grande, negra y repugnante abalanzándose
sobre ella que se quedó inmóvil, sin defenderse, presa de
pánico. Ahora le ocurría lo mismo con todo lo que veía al abrir los
ojos.
Los oftalmólogos y neurólogos más
relevantes se interesaron por el caso, le hicieron todo tipo de pruebas para averiguar lo
que ocurría y no encontraron ninguna
causa. Había que darle alguna solución, tenía que seguir con su vida, por lo
que los médicos le sugirieron coserle
los párpados para evitarle la sensación de agobio.
Ella lo meditó, consultó con sus
familiares y amigos, finalmente aceptó.
-“Le
faltaría un sentido, aún le quedaban
cuatro con los que adaptarse. Además siempre se los podían descoser si se
recuperaba”- pensó
Justo cuando estaba en la puerta del
quirófano, oyó una voz diciéndole: − “Inspira profundamente…” Reconoció a
su terapeuta sacándola del trance. Al abrir los ojos un sol brillante
entraba por la ventana de la consulta.
Maria José Roig
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