miércoles, 26 de marzo de 2014

LA SESIÓN DE HIPNOSIS

            Estaba sentada en la escalera mirando fijamente cuando de pronto se quedó como catatónica, sin poder moverse ni hablar.

            Su marido la llevó al hospital muy asustado. Allí no supieron lo que le pasaba, les pareció grave. La ingresaron en la UCI  hasta que se despertó gritando  horrorizada, cada vez que  cerraba los ojos se tranquilizaba.

            Les explicó a los médicos que todo lo veía en dimensiones gigantescas. En el peldaño de la escalera, donde estaba sentada, había visto una cucaracha tan grande, negra y repugnante abalanzándose sobre ella que se quedó inmóvil, sin defenderse, presa  de  pánico. Ahora le ocurría lo mismo con todo lo que veía al abrir los ojos.


            Los oftalmólogos y neurólogos más relevantes se interesaron por el caso, le hicieron  todo tipo de pruebas para averiguar lo que  ocurría y no encontraron ninguna causa. Había que darle alguna solución, tenía que seguir con su vida, por lo que los médicos  le sugirieron coserle los párpados para evitarle la sensación de agobio.

            Ella lo meditó, consultó con sus familiares y amigos, finalmente aceptó.

-“Le faltaría un sentido,  aún le quedaban cuatro con los que adaptarse. Además siempre se los podían descoser si se recuperaba”- pensó

            Justo cuando estaba en la puerta del quirófano, oyó una voz diciéndole: − “Inspira profundamente…”  Reconoció a  su terapeuta sacándola del trance. Al abrir los ojos un sol brillante entraba por la ventana de la consulta.


Maria José Roig

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