UN APRENDIZAJE
Le tocó al tío Paco, el de enfrente, que estaba muy malito y
ahora sé que era joven, no más de cuarenta.
Pues sí, murió, y al salir por la tarde del colegio, ya con
la merienda en la mano y “a poqueta
nit” fuimos todas las niñas (no más de
siete años) a ver al muerto.
Esa noche, al llegar a casa, la escalera se hizo más alta y
desde luego más oscura, subí lentamente, con la espalda contra la pared (por lo
menos por detrás no me pillan y por delante “lo” veré venir)
A la mañana siguiente desperté y algo había aprendido, ya sé
que es una pesadilla.
Mariena Tarrazó
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